#1 Manifiesto I
De por qué estoy acá. Una introducción. Recomiendo 'Los Cuidados' + algunos subrayados aleatorios, mi sección preferida.
¡Hola!
En esta primera entrega quiero trazar algo así como mi recorrido como lectora para que puedan ir haciéndose una idea de lo que van a encontrar acá. También compartirles algunas de las motivaciones que me llevaron a intentar hoy este formato, que me es todavía un poco ajeno.
Las preguntas que siempre rondan: ¿Escribo para qué? ¿Escribo para quién? ¿Escribo cómo?
Hay algo de este espacio que me entusiasma: una aparente sensación de estar hablando y no escribiendo. Y mejor todavía, estar hablando con alguien cercano al que no tengo necesidad de, ni quiero impresionar con frases rimbombantes o formalismos académicos —no es que los posea, tampoco–, es decir, hablando con alguien a quien pueda compartir mis impresiones sobre los libros que leo para tal vez generar juntos un diálogo que me lleve a repensar lo que leí o/y me acerque a nuevas lecturas a las que tal vez no hubiera podido llegar sola.
Porque eso es lo que más me gusta hacer en la vida: charlar de libros.
La literatura es para mí cosa seria. Hablar de personajes de ficción como si fueran personas—Ay, Raskolnikov si supieras las madrugadas que me acompañaste volviéndome un poco menos apática—, hablar de versos como si fueran salvavidas–en los momentos difíciles: mirar la rosa hasta pulverizarse los ojos–.
(Lo son).
La literatura es para mí metafísica, y los libros que me conmueven son los que crean un universo alquímico con su lenguaje.
Entonces quiero empezar diciendo:
No tengo nada en contra de los gerundios y seguro los use bastante como también uso en exceso los – –.
Leo desordenada, muchos —muchos—libros a la vez. A veces pienso en cuáles serán mis próximas lecturas con la intención de ordenarme, de generar un sentido, pero siempre irrumpen libros nuevos que cambian el rumbo de lo que venía leyendo. Supongo que acá voy a mantener esa esencia.
Trabajé 7 años en una librería (seguro cuente un poco más adelante).
Desde chica me gustó leer. Soy de la generación que empezó leyendo con Harry Potter, aunque no pude llegar al final. Me quedé en el cuarto libro, que abandoné cuando se me desencuadernó todo.
Mi camino lector se fue definiendo hacia el lado de la crónica periodística. Leía de adolescente Gatopardo y La Rolling Stone y soñaba con escribir algún día ahí (Mucho de esto tuvo que ver la película Casi Famosos, que me convenció en los últimos años del colegio de tomar la decisión de estudiar periodismo en vez de abogacía–yo también, Dárgelos, soñé ser crítica de rock–).
Lo que vino después, el momento canónico: arranqué Comunicación en la Universidad Iberoamericana en México y tuve de profesora de literatura a Tania Favela. Tania es poeta y cuando lee su voz hace música–retumba: Silencio, la tierra va a dar a luz un árbol–. Con Tania se abrió un mundo entero: Huidobro, Girondo, Artaud, Gombrowicz, el manifiesto dadaísta, el manifiesto surrealista, el manifiesto futurista y las vanguardias europeas como olas monstruosas arrastrándome dentro de un mar en donde me encontré con Lautréamont, las tardes de subrayados frenéticos—seguro escriba sobre esto más adelante—rompiendo las fotocopias con la fuerza del lápiz sobre la hoja porque qué era eso que estaba leyendo que me estallaba en la cabeza, cómo era que la escritura era música también y yo recién lo descubría. Con una amiga que iba a la misma clase y con Tania hablábamos de Rilke en términos de monje sensual. Hablar de literatura en esos términos. Poder decir: es un libro de la concha de la lora y no tener que justificar. Contagiar el entusiasmo que Tania me transmitió. Un poco de eso espero en esto que recién empieza.
Terry Eagleton decía–parafraseo con riesgo de desvirtuar– que leer un libro es reescribirlo. Algo que me deja pensando y sobre lo que tal vez quiera más adelante escribir.
Como sea.
Hoy me aventuro a este formato–que es, también, aventurarme a compartir mi más honesta escritura– sin expectativa alguna más que generarme un tiempo para leer y pensar lo que leo, para no hacer de lo que leo algo con lo que me atraganto y cago a los pocos días, y entonces que pase el que sigue, ver los libros pasar sin pena ni olvido, un checklist de leído, una historia en instagram, una maratón impuesta por quién, ahí va el challenge de Goodreads, cuántos libros me propongo leer, me digo, y no, y no
y no.
Hoy busco otra experiencia de lectura, una que creo haber perdido y quiero recuperar.
Pensar. Buscar conexiones entre lo que leo y leí. Viajar por los vasos comunicantes que se tienden entre libro y libro para constituir mi identidad lectora.
Termino esta introducción con mi frase-mantra de ese enigmático escritor argentino del que seguro voy a hablar llegado el momento: Néstor Sánchez. “El tiempo es renovación de posibilidades”, dice.
Que sea lo que tenga que ser.
Si llegaste hasta acá, gracias 🙂
Lo que se viene: algunas recomendaciones, un poco de cotidianidad, algún que otro chisme literario, novedades editoriales, clásicos, mis propios libros de culto, subrayados y fragmentos, improvisación.
pd: Como dije, soy nueva en esto, sigo definiendo la frecuencia con qué voy a publicar. Si tenés tips para darme sobre este mundo newslettero, buenísimo.
Agenda cultural (+ recomendación)
Esta semana se presenta en Capital un libro que recomiendo mucho:
Los Cuidados (Paripé books, 2024), el primer libro de cuentos de Agustina Larrea—si todavía no leyeron `Mil lianas’, su newsletter en elDiarioAR, terminen de leer esto y vayan para ahí—.
Día
:
2 de agosto a las 18:30. Lugar: Dain Usina Cultural
Un libro que, citando a Cynthia Edul, hace uso de un anacronismo deliberado. Cuyo marco espacio-temporal se deduce a partir de indicios: la televisión anunciando un ataque en La Tablada, un hijo cuyos padres desaparecieron un día y no volvieron más, la palabra epidemia y una chica con polio llegando a un nuevo colegio donde tendrá de compañera a otra chica con polio. Es nuestro inconsciente colectivo el que completa la imagen. Y sobre estos indicios, el uso de un léxico en la voz de las y los narradores, un compendio de frases hechas—en el mejor de los sentidos, después de todo sobre estas frases se construye también una identidad colectiva— y expresiones que nos remiten a décadas—en algunos casos, varias décadas—pasadas.
Hay en los siete cuentos de Los Cuidados un universo en común. Un universo constituido por personajes que crecen al cuidado imperfecto de otros personajes y lo que queda son las reconstrucciones en la memoria del tiempo compartido. Secretos y silencios que se resignifican a la distancia, muchos años después.
La sensación de estar leyendo algo distinto. Una escritura que me lleva al oído de Uhart, a las crueldades de niñez propias de Silvina Ocampo y Aurora Venturini. ¿De qué están hechos los recuerdos? ¿Cómo reconstruir los vacíos que la memoria elige—o no—devolver? Uno de los personajes en uno de los cuentos se pregunta: “¿Por qué algunas imágenes vuelven y otras se pierden para siempre? ¿Qué mecanismo opera, cómo decide la memoria que algo regrese, que algo se conserve y que algo se borre? ¿Cómo se construye lo memorable? ¿Y lo olvidable?”.
Sobre estas preguntas se edifican los cuentos. Y sobre sus argumentos se despliega un mecanismo de escritura que implícitamente se pregunta por las frases y palabras que nos construyen en el tiempo que vivimos, sobre cómo cada época encuentra su manifestación en el lenguaje también.
Por favor, léanlo y después, si quieren, me cuentan.
Les comparto un fragmento:
“Hay ausencias que se despliegan a lo largo del tiempo como una forma singular de la conversación, un diálogo diferido, que lejos de interrumpirse cuando alguien ya no está, se prolonga, va y viene, se ensancha en sus posibilidades, se tuerce, se repliega y se abre para hacer flotar, en cualquier momento, y sin aviso previo, partículas del ausente como la pelusa mullida de un diente de león reseco después de un soplido”.
Tiempo extra y gol: Subrayados
“Escúchame, escucha el silencio. Lo que te digo nunca es lo que te digo y sí otra cosa. Capta esa cosa que se me escapa y sin embargo vivo de ella y estoy sobre su brillante oscuridad. Un instante me lleva insensiblemente a otro y el tema atemático se va desarrollando sin plan pero geométrico, como las figuras sucesivas en un caleidoscopio” - Agua Viva, Clarice Lispector.
“. ..
Schultze
¿A qué no saben lo que significa, etimológicamente, la palabra "Caos"?
...
El vacío del bostezo.
...
Adán
¡Notable! ¡El bostezo es una inspiración profunda!´... Y ahora recuerdo que la inspiración poética viene acompañada en mí de una inspiración física muy honda.
Schultze
Así es. El caos es la concentración y el sueño de todas las cosas que todavía no quieren manifestarse. ¿Y después?
Adán
Después llega el segundo tiempo, la expiración poética, ¡la gran caída!...
Pereda
¿Por qué una caída?Adán
Fíjense ustedes. El poeta, como he dicho, está gozando de una inspiración en la cual saborea toda la plenitud de la música. De pronto, un movimiento íntimo -necesidad o deber- lo induce irresistiblemente a manifestar o expresar, en cierto modo, aquel inefable caos de música. Y entonces, entre las posibilidades infinitas que lo integran, elige una y le da forma, con lo cual excluye a las otras posibilidades y baja de la inspiración a la creación, de lo infinito a lo finito, de la inmovilidad al suceder. Así nacerá un poema, otro luego, veinte, cientos. Y así caerá el poeta en la multiplicidad de sus cantos, afanándose inútilmente por manifestar, con lo múltiple, aquella unidad, y con lo finito, aquella infinitud que lleva en sí durante su inspiración. ¡Es la primera caída!” - Adan Buenosayres, Leopoldo Marechal
*Para que esto no sea un monólogo los invito a comentar, a seguir la conversación. ¿Leyeron algunos de los autores mencionados hoy?
Me pueden seguir en Instagram en @recomendacioneslibreras, y dejar sus comentarios ahí también.
Me quedé pensando en eso de que leer un libro es reescribirlo y creo que también un poco es reescribir, o al menos releer nuestra vida. Ya que hay libros que muchas veces cambian nuestra percepción de las cosas. Lo que nos pasó, lo que nos pasa y lo que nos pasará.
Felicidades, Aldana. Recuerdo tu vida en el programa de Comunicación en la Ibero acá en México. Tu interés y pasión por las letras, la voz siempre resuenan en los pasillos, las cabinas de radio y en los salones llenos de cariño, lecturas y futbol. Abrazo grande.